Cuando
decidimos que asistiríamos a Frías, al primero que se lo conté fue a nuestro amigo “el Huelva” (lo
llamábamos así porque su familia se había trasladado a nuestro pueblo desde la
capital hacía unos 40 años). Lo conocí gracias a mi primo Alonso, guitarrista
de The Lopez, que junto con Paco Romero (Kinkspain) formaban un grupo de
adolescentes bastante “curioso” para los tiempos que corrían… Adoraban la
música y eso fue lo que nos unió, a pesar de la diferencia de edad (8 años) que
en aquella época se notaba bastante. Yo les debía parecer un viejo, con mis
veintipocos. Más de tres décadas, miles de momentos musicales y millones de
risas después, ya nos habíamos hecho inseparables. Me encargó que le hiciese el
vídeo de su boda. La banda sonora la dejó a mi elección, sabía que le gustaría
porque conocía sus gustos. La única insinuación consistió en recordarme que
incluyera “la mejor canción del mundo…” (Se suponía que yo debía acertar a cuál
se refería). No fue difícil, muchos días de música juntos. En aquella época,
estaba entusiasmado con la espectacular versión que hace Elvis Costello del
“Walking on thin ice” de Yoko Ono.
Él conocía,
por su profesión de camionero, casi España entera, aunque su mastodóntico vehículo
jamás podría haber transitado por aquellas angostas carreteras que llevan a esa
mágica pequeña ciudad de Burgos. Enseguida, picado por su innata e insaciable
curiosidad, se puso a buscar información. Al momento ya la tenía localizada en
un mapa, ilustrado con preciosas fotografías. Cuando le comenté que The Lopez
actuaríamos allí se les encendieron sus enormes y siempre abiertos ojos. Nuestro
fan más fiel. –“A ver si puedo ir…” Andaba delicado de salud últimamente.
El día 1 de
julio, cuando ya teníamos las maletas preparadas, de madrugada, a traición,
recibí una llamada de teléfono que no me dio tiempo a contestar; a
continuación, el mensaje fatídico. La vida mostrando su lado más brutal. No hay
mayor dolor ni palabras con las que describirlo. (¿Es este post parte de la
pesadilla?)
El día
anterior me había contado su preocupación porque se sentía demasiado cansado. Hablamos
un ratito y se despidió, ahora que lo pienso, de forma no habitual… Su eterna
alegría ahora era tristeza. Aunque todavía no nos lo podemos creer, ya … descansa
para siempre.
…Y nos
fuimos a Frías. Teníamos mucha ilusión y él lo sabía. Él también vino. Cada
segundo, cada minuto, allí estaba con sus tres mejores amigos, como en los
mejores tiempos.
Como ya han
contado muchos de los que compartieron ese inolvidable IV Rust Fest, aquellos
días de Frías fueron mágicos: la música y la amistad forman buena pareja. Los
grupos estuvieron inmensos, se respiró Neil Young del bueno en aquel
maravilloso patio de armas del impresionante castillo. Capítulo aparte la
actuación en la iglesia de dos de los integrantes de Rustie Harvesters:
escalofrías. A tito también le hubiese encantado. Aunque daba la sensación de
que nos conocíamos de toda la vida, poder charlar y daros esos abrazos gigantes
que siempre os mando, fue toda una experiencia que me hizo recobrar esa energía
positiva que parecía haber perdido. Por cierto, al final aunque no podíamos con nuestros cuerpos, cantamos (obviando algún tema de Neil Young que habíamos preparado), con las
escasas fuerzas de las que disponíamos, como se puede apreciar en el primer vídeo…Para él, por
él.
Haber conocido a Arlet y poder cantarle su nana, otro sueño hecho realidad.
Haber conocido a Arlet y poder cantarle su nana, otro sueño hecho realidad.
El segundo
montaje es simplemente un álbum de fotos. Parafraseando (casi) el temazo de mis
siempre admirados Easybeats y acompañado de un viejo tema de ese grupillo que tanto me
gusta, lo he titulado Frías days on my mind (There’s a place). Espero no os
importe que haya cogido prestadas algunas de vuestras fotografías y que os haya
incluido en él.
Aprovecho
para agradecer, en nombre del grupo de
Huelva, el cariño inmenso con el que nos acogisteis, a pesar de que no nos
encontrábamos en nuestra mejor forma…