Yo también voy

A pesar de mis dudas eternas, mi conciencia no me permite quedarme con los brazos cruzados ante tan bestiales reformas previstas. Comprendo a los que no van. Los sindicatos nos están decepcionando continuamente. Los políticos, mejor no hablar. Hoy casi no vomito cuando he escuchado por la radio a una señora del partido fascista, de cuyo nombre no quiero acordarme, proclamar que ellos son el partido de los trabajadores. (¡Qué asco de tía!) No podemos estar seguros de que esta huelga vaya a conseguir paralizar los funestos proyectos que se quieren llevar a cabo. Pero, ¿y si no la hacemos? ¿De qué otra manera podemos manifestar nuestra rabia e impotencia? Realmente creo que se tendrían que haber hecho otras por muchos más motivos, que los hay, e incluso que debería ser indefinida, como sostiene mucha gente. Sin embargo, no podemos echar siempre balones fuera; todos tenemos parte de culpa de la situación en la que nos encontramos y, lo que es peor aún, si no actuamos, en la que nos podríamos encontrar en un futuro próximo. Por esta vez, se acabaron las putas dudas. YO TAMBIÉN VOY.